¿Cómo funcionan las cámaras de los teléfonos móviles y las aplicaciones que catalogan y organizan las imágenes? ¿Cómo nos relacionamos con los espacios y cuerpos digitales en películas, videojuegos e Internet? ¿Cuál es el efecto que estas tecnologías tienen en la manera en la que miramos el mundo, y de qué manera forman parte del mismo?
Erik Estany utiliza una amplia variedad de herramientas a su alcance para explorar las posibilidades y condiciones de la imagen, así como su influencia en aquello que entendemos como real. Su trabajo invita a vislumbrar los efectos que el complejo y acelerado desarrollo de la tecnología, la vida online y la visión computacional están provocando. Las piezas incluidas en la exposición proponen un recorrido fragmentado que parte desde la digitalización de la fotografía y su proliferación como herramienta de vigilancia. Todas las imágenes y materiales expuestos tienen como punto de partida una ventana en la casa de Estany, desde donde se somete voluntariamente a su cámara para fotografiar de forma compulsiva la rutina diaria de una calle trivial. Ni las acciones, ni las identidades, ni los espacios fotografiados parecen tener más importancia que aquella que la máquina les quiera otorgar. Tras la ventana inicial, las imágenes circulan asomándose a una concatenación de marcos que incluyen la pantalla de la cámara de fotos, el teléfono móvil o el ordenador, donde se muestran en las ventanas de aplicaciones y programas informáticos. Un recorrido exponencial en el que cada paso abstrae al sujeto más y más, diluyendo las formas del cuerpo a través de una serie de procesos que dejan una huella evidente.
La liberalización de la producción y circulación de imágenes digitales produce inmensas cantidades que superan con creces la capacidad humana de comprenderlas y significarlas. Su escala sobrehumana, así como su naturaleza cuantificable y monetizable, ha convertido a las imágenes en un bien muy codiciado. Pero tal y como Estany expone con ironía crítica, las fotografías, en ocasiones, se resisten a ser tratadas como meros puntos de información. Sus múltiples interpretaciones y los prejuicios incorporados en quién las mira, plantean serios problemas a las aspiraciones de orden y catalogación que tratan de imponer los algoritmos. Y aunque la resistencia de las imágenes a ser descifradas puede resultar frustrante para algunos, ofrece la posibilidad de crear artefactos tan evocadores como un alfabeto indescifrable para otros. Un desafío lúdico para el pragmatismo científico y la inversión especulativa de la que provienen la gran mayoría de las herramientas de la visión computacional.
A pesar de los problemas que presenta la tarea de describir una fotografía a un ordenador, o más aún, la de sintetizar conceptos abstractos como el hambre o la felicidad con imágenes, la industria tecnológica ha continuado desarrollando modelos que exploran esos caminos. Los dispositivos que utilizamos a diario no solo miran y tratan de describir lo que ven, sino que también aprenden a generar nuevas imágenes teniendo en cuenta nuestras interacciones. El aparato fotográfico ha dejado de ejecutar una acción mecánica preprogramada, para pasar a alimentarse y evolucionar de la mano de quién lo opera. La separación que la modernidad estableció entre la máquina y su operario se difumina en una compleja danza algorítmica en la que resulta difícil discernir donde empieza uno y acaba la otra.
Precisamente, el afán por emular las capacidades cognitivas humanas, como pueden ser la percepción o el lenguaje, ha instigado una de las vías de investigación tecnológicas más recientes que explora esta exposición. Estany ha entrenado un modelo algorítmico con todo aquello que él y sus colaboradores han escrito durante la creación del proyecto. El sistema produce nuevos textos que beben de su profundo interés por explorar la condición de la imagen, así como de las circunstancias de producción en las que ha desarrollado su práctica. Algunas de las palabras lanzan a su vez vínculos con las fotografías que conforman la totalidad del proyecto, creando una relación algorítmica entre imagen y texto. Por otro lado, un segundo modelo entrenado con decenas de caras fotografiadas genera nuevas imágenes que no representan a nadie más que a los cálculos estadísticos del propio modelo, y a las acciones que su operador, Erik Estany, ha realizado sobre ellos. Los materiales producidos para la exposición con ambos sistemas de aprendizaje automatizado, el de texto y el fotográfico, rehúyen las estéticas fotorealistas y las aspiraciones de “lenguaje natural” que persiguen los desarrolladores de estas herramientas. No se pretende crear rostros de personas que no existen, ni redactar ensayos que sustituyan a la escritura del propio Estany. Por el contrario, se plantean como el resultado de un juego experimental que permita indagar en las posibilidades estéticas y políticas que ofrecen como artefactos artísticos.
El ensamblaje entre el proceso de trabajo, sus circunstancias y su resultado está presente a lo largo de toda la exposición. Las representaciones de cuerpos y rostros que pueblan la Sala Amárica se muestran tanto física como digitalmente en diferentes fases de creación. En un claro esfuerzo por abrir “la caja negra” de las herramientas de visión contemporáneas, Del que passa fora explora sus procesos de producción para ofrecer puntos de vista críticos y tantear los efectos que provocan las diferentes formas de (re)presentación visual.
Erik Estany Tigerström (Celrà, 1982), utiliza la fotografía como una herramienta para pensar en el propio medio fotográfco y en su relación con el lenguaje. Su trabajo refexiona sobre la agencia de las imágenes en la actualidad, la estructura ideológica de la tecnología por donde operan estas imágenes, y las implicaciones de su centralidad en nuestras vidas.
Su obra se ha expuesto en varias muestras y festivales, entre los que destacan la Muestra de Arte Contemporáneo Inund’Art (Girona, 2017), el Festival de Fotografía Emergente Photogenic (Barcelona, 2019), el Festival Transfronterizo de Fotografía Fotolimo (Portbou, 2020), la Muestra Art Photo BCN (Barcelona, 2020) o el Festival
FineArt (Igualada, 2020). También ha realizado una exposición individual de su proyecto “Del que passa a fora” en la Sala Cava de Can Basté (Barcelona, 2020).
Su trabajo ha recibido varios reconocimientos, entre ellos el premio del 15º Fòrum Fotogràfc Can Basté (2018), el premio del festival del 6º Art Photo BCN (2019), o el premio Copia’s Wall Award de la misma edición de la muestra.
Se ha formado en diseño gráfco en la Escola Superior de Disseny i d’Arts Plàstiques de Catalunya (Olot) y en realización audiovisual en IDEP (Barcelona). En cuanto a fotografía, ha estudiado en ERAM (Centro adscrito a la Universitat de Girona), FUGA (Barcelona), El Observatorio (Barcelona) y CASA (Madrid), así como en distintos talleres y seminarios.